Testimonio de depresión

Desde niña recuerdo haberme sentido diferente,  en la escuela, con los amigos, con los vecinos y en mi propia familia. En constantes ocasiones sentía que no pertenecía a ningún lugar en la familia creía firmemente que era adoptada y en la escuela siempre me sentí desfasada de los niños de mi edad, sentía que tal vez mi cerebro funcionaba de otra manera, porque por más que lo intentaba, no podía integrarme tan fácilmente a la gente, no me reía de lo que a ellos les causaba gracia, no veía las cosas como todos decían que eran; por ejemplo disfrutar de la música o película, o de la misma escuela, siempre encontraba lo malo, feo y desagradable de todo, y eso incluía mi ropa, mi zapatos, mis cosas, mi familia, mi casa y mis amigos. Poco a poco esa sensación de estar sola, de no poder hacer las cosas que la gente normalmente hacia sin sufrimiento, se fue incrementando, cuando Salí de la universidad las frustraciones fueron creciendo, el miedo se empezó apoderar de mi aunque deseaba ejercer la carrera que había estudiado me causaba mucha ansiedad, incluyendo una sensación de no poder cumplir las expectativas de mis jefes, un miedo inmenso a equivocarme,  a quedar mal y a la vez que se dieran cuenta que  era muy tonta para aprender y tomar decisiones. Me daba mucha vergüenza y miedo preguntar si algo no me quedaba muy claro o no sabía cómo hacerlo porque pensaba que era tan inepta que seguramente me correrían.


Lo máximo que pude aguantar en los trabajos fue de una semana, 15 días, 3 meses y el mayor tiempo fue un año. En este último empecé a sentir todo lo que venía sintiendo desde niña, pero muchísimo más intenso; todo empezó a salirme mal, termine sin dinero, sin trabajo, cada vez convivía menos con la familia; de hecho, estaba peleada con todos ellos, prácticamente no quería que nadie se me acercara, quería vivir aislada de todo; mi pareja en ese tiempo intento ayudarme a salir de ese estado, pero nunca lo logro, y yo cada vez me empezaba a sentir con mucho miedo, con unas ganas intensas de llorar, lo cual hacia a la menor provocación;  sentía  esa enorme tristeza y vacío que invadía todo mi ser; sentir que nadie me comprendía, me refugiaba en la  cama, con mucho frio y viendo solamente la televisión por largas horas, cuando me aburría me iba a la computadora y pasaba mucho tiempo en internet viendo puras tonterías, así empezaron a pasar los días y cada vez era más frustración y enojo conmigo misma de no poder hacer ya nada más que dormir y obsesionarme de  muerte.


Una noche anterior antes de llegar al grupo mi madre se acercó para preguntarme qué era lo que me pasaba y yo respondí con mucha agresión hacia ella, le dije cosas muy desagradables e hirientes, ella se dio la vuelta y al ver su expresión de decepción y también de tristeza, me cayó como un balde de agua fría, porque en ese momento me di cuenta que ya estaba mal. Eso me motivo a buscar información, ahí mismo en internet, de donde podrían ayudarme y finalmente di con la página del Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de Neuróticos Anónimos; al ver toda la información, los testimonios, el autodiagnóstico, cada vez me fui convenciendo que en este lugar podría ayudarme.


Cuando llegue supe que ya no estaba sola, que este era mi lugar; me identificaba con las personas que acudían, ya que sufrían los mismos síntomas que yo estaba padeciendo. Gracias a la terapia de recuperación al poco tiempo empecé dormir tranquilamente, ya no tenía pesadillas, empecé a comer, cada día me fui integrando otra vez a la familia, a mis amigos, empecé a sonreír más y mi memoria empezó a regresar; después de algunos meses encontré un trabajo que por hoy he empezado a disfrutar, gracias a que encontré en el grupo una nueva esperanza de vivir diferente.